La democratización de la tierra en Colombia

En este país la acumulación de tierra es un pecado mucho más grave que la captación de dinero. Históricamente, la tierra ha sido el “eje del mal” en nuestra nación, pues a causa de ella se han forjado grandes problemáticas ambientales, económicas y sociales que han suscitado desafortunados capítulos dentro de nuestra historia como el paramilitarismo, las guerrillas, el narcotráfico y el auge de la droga, por mencionar solo algunos.

Se tiene además la errónea idea, que quienes son dueños de la tierra son los que dominan el poder en todos los sentidos. Alimentando este imaginario, los colombianos nos hemos convertido en una sociedad que especula mucho con la tierra. ¿Qué quiere decir esto? Nos acostumbramos a escuchar que es mucho mejor comprar un terreno en X o Y lugar simplemente porque a otros, allegados o conocidos, se les ha valorizado monetariamente mucho más que en otros lugares.

Es tan arraigada esta cultura entre nosotros que la pretensión de la gran mayoría de familias en Colombia ha sido la de adquirir su propia finca. Alabamos la tierra solo por tenerla. Cuando la conseguimos sufrimos de esa instantánea satisfacción de suponer que ya con eso tendremos asegurado un lugar para la jubilación o para que toda la familia prospere desde ahí. La finca es el fin último del esfuerzo de toda la vida de nosotros, y es lo que nos vende la sociedad a lo que debemos aspirar.

Nos hemos acostumbrado a invertir nuestros ahorros o los ahorros familiares de toda la vida en la tierra, simplemente por tenerla, no por hacer algo con ella, sino porque tenemos la vaga creencia que teniendo ese patrimonio tarde o temprano se valorizará y nos traerá beneficios económicos más grandes de los que jamás hemos soñado; nos acostumbramos a especular tanto con la tierra, que ni siquiera nos hemos dado cuenta que para que eso suceda lo que realmente debemos hacer es volver ese terreno un espacio productivo. ¿Qué significa eso? Llamar la atención de otras personas para que vengan con recursos frescos y puedan invertir en nuestra finca, pero por supuesto, nos acostumbramos a desconfiar de todo en vez de ser más visionarios para pensarnos como grandes empresarios o grandes acaudalados. Preferimos, literalmente, enterrar ese dinero.

El secreto real para poder vivir de la tierra es ponerla a producir, es trabajar por ella en beneficio de explotar sus recursos y potencial; claro está, haciéndolo de una manera eficiente y amigable con el ambiente, ya que como hemos sido testigos, nos encontramos en una disyuntiva en la que necesitamos proteger y cuidar más que nunca el planeta para evitar su extinción. Aunque, pensar en tener el dinero para comprar y además invertir en su propio terreno, es una apreciación idílica y hasta utópica en muchos sentidos, porque puede que usted tenga el dinero suficiente para adquirir su finca, pero casi nunca tiene lo que se necesita para sacarle provecho a ella.

Respondiendo a esta necesidad, o más bien, encontrando dentro del mercado esta gran oportunidad, aquí en Colombia, se está desarrollando el negocio más novedoso que existe en este momento: un negocio, que no solo puede ser replicado, sino que además se proyecta como un modelo de consecución de inversión revolucionario.

Desde el 2011 se creó un proyecto de inversión disruptivo que viene rompiendo con la tradición que tenemos nosotros de acumular tierra. El Proyecto CRECER, de la empresa colombiana CO2CERO, se está consolidando como la respuesta, no solo de los campesinos, sino de aquellas personas que a lo largo de mucho tiempo se han encontrado con la encrucijada de no tener los conocimientos o las herramientas para invertir en sus tierras. ¿Por qué? La explicación en realidad es muy simple. Por medio del modelo de participación fiduciaria las personas pueden hacer una inversión que le generará a mediano plazo unos réditos económicos que se traducen en la valorización de la tierra, en la que se plantarán bosques de árboles nativos y de tipo comercial, que servirán además para la obtención de madera de una manera sostenible, y la mercantilización de los certificados de carbono de estos.

El éxito real no es tener la tierra, sino saber qué hacer con ella. El Proyecto CRECER responde a esa cuestión.

A esa necesidad de no tener todo el capital para hacer una inversión dentro de su territorio, el Proyecto CRECER con su modelo, le posibilita que no solo sea usted el dueño de su tierra, sino que otras personas puedan invertir en ella y beneficiarse económicamente de ella, con la tierra, con sus cultivos y con todo lo que se puede producir allí. Fraccionar una porción, por ejemplo de dos mil hectáreas de tierra en mil partes más pequeñas, posibilita que alguien sea capaz de aspirar a tener una inversión segura para su futuro y un espacio de tierra en el que podrá democratizar con muchos otros, los beneficios que se producen allí. Esa es la pretensión del Proyecto CRECER, acercar una inversión rentable con beneficios variados para su acreedor y con una clara responsabilidad ambiental que se resume en reforestar y extraer los recursos naturales de una manera sostenible y amigable. El proyecto se encuentra en este momento en su fase de venta. Para mayor información puede llamar al teléfono 305 409 3434 y conocer mucho más.

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